viernes, octubre 07, 2005

Ese sentido llamado oído

Lo que en principio iba a ser una corta llamada a hacienda para interesarme por mi devolución se convirtió en una frenética ansiedad por no colgar el teléfono. Al otro lado había una voz que me estaba devorando sin piedad y que respondía al nombre de Marta. Una sensualidad en cada sonido que jamás antes había escuchado. Forcé su sonrisa con un lúcido comentario y el deseo de conocerla no hizo más que incrementarse. En ese momento se terminó la consulta. La respuesta la tuve que olvidar instantáneamente porque una vez que colgué sólo recordaba el tono de su voz.
Después de estar petrificado durante no se cuanto tiempo salí corriendo. Destino Hacienda. Al llegar le pregunté a una señora en recepción por Marta. –Se acaba de ir. Ya no regresa hasta el mes que viene. Coge sus vacaciones.-
En fin. Al salir del edificio me pasó algo aún más perturbador. El olor de ayer. Percibí de nuevo ese olor y allí no había nadie.
Ahora tengo dos problemas. He de devolver un olor y una sonrisa.

(el Kartero)

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