Asunción no exhaló un único suspiro cuando dejo su cuerpo, agotado por la vejez. Llegué a contar hasta diez. Uno por cada vida que trajo al mundo y se truncaron y así sumaron dos. Uno por la muerte de su niñez, y otro por la de su adolescencia. Por la de su esposo, por la de la vez que la dieron por muerta, por cuando perdió a su padre, por cuado falleció su madre. Por cuando se cansó de vivir y por ésta, por la de verdad, por la que se la llevó, agotada y consciente.
(Rayo, el Mulo)
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