domingo, junio 25, 2006

Pasaba por alli

El País, 24 de junio de 2006. Edición impresa. En portada: “Una mujer muere apuñalada en pleno centro de Madrid”. Y ahí está la foto, impresionante, de un cuerpo que yace desafiando los límites de la flexibilidad, señal de que ya no hay dolor. Tres brazos, de tres chicas, extendidos, implorando, uno a la policía, los otros dos directamente a la cámara, que no haya fotos.

En los labios de la chica en primer plano, agachada, mirando de frente al objetivo, se lee un NO rotundo dirigido al fotógrafo. Ese gesto, brutal, ingobernable, da el encuadre perfecto a la foto y a la noticia.

A diario vemos cientos de imágenes en las que la sangre es protagonista. Y sin embargo, esta foto es distinta. No tiene como fondo una guerra. Tampoco un gran despliegue policial al que siempre acompaña un desmedido despliegue periodístico. No me imagino a un fotógrafo con chaleco de mil bolsillos parapetado tras una cámara de peso y la salvaguarda PRESS en letras bien grandes. Me imagino a un transeúnte con una pequeña cámara digital, de esas que ahora todos llevamos en el bolsillo aunque no sepamos bien para qué. Pero miro una y otra vez la foto, y sé que eso no es posible. Que solo alguien acostumbrado a dejar las emociones tras el visor puede apuntar y disparar sobre las catorce sangrientas puñaladas.

Con este texto, vuelvo a apuntar y a disparar sobre la misma foto, admitiendo, no sin pudor, que toda mi curiosidad se centra en saber más sobre Bernardo Pérez… el fotógrafo que pasaba por allí.

(alma)

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