lunes, septiembre 26, 2005

Iratxe

Nadie llegará a saber si pudo haber ocurrido algo. Ella y su saxofón, siempre inseparables. Me acostumbré a verla y enseguida me quedé prendado de su bellísimo rostro, más propio de otras épocas que de este loco comienzo de siglo. Y como no recordar también su perfecto trasero que tantas veces deseé acariciar. Yo me decía que era absurdo, que ya tenía una vida feliz y que no tenía sentido siquiera pensar en ello. Una forma como cualquier otra de engañarme a mí mismo, cada vez que la encontraba sentía más ganas de besarla en los labios.
Un día coincidimos y tuvimos tiempo de intercambiar algunas palabras. No llevaba su saxofón, estaba claro que ya no la volvería a ver nunca más.

(pinzonazul)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Oh ^_^