sábado, octubre 08, 2005

Ese sentido llamado vista

Se me había antojado tomar un tren aunque tardara cinco horas en llegar a Barcelona. Me había gustado una novela que terminé comprando en la feria del libro y me apetecía dedicar esas horas a leerla. Lo que nunca había imaginado es que en mi viaje ocurriese lo siguiente: Estando parados en la estación de Reus me acerque al vagón restaurante. Fue entonces cuando me crucé en el pasillo con la mirada más linda que jamás haya visto, la sonrisa que me regaló consiguió inmovilizarme y para cuando reaccioné ya bajaba del tren. En ese momento noté que su olor también me era familiar. Corrí hacia la puerta alcanzando a ver cómo esta se cerraba dejándola a ella en tierra. Un grito de – ¿Marta? Fue todo lo que conseguí que escapara de mi boca con la suerte de que se coló entre las puertas y la hizo girarse. En ese momento sus ojos se clavaron en los míos y allí permanecimos mirándonos mientras me alejaba. Reunir tantos sentidos en una única persona se había convertido en un regalo del destino.

(el Kartero)

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