Antonio era el loco de mi pueblo. Tenía que ver con todo cuanto pasaba en él. Estaba siempre en todos sitios y lejos de lo que pareciera, por las bromas que a veces le gastaban, era muy querido por todos. La historia de los locos de los pueblos siempre dice mucho de éstos. El caso de Antonio era un claro ejemplo de ello. La locura se había cebado con él cuando después de la guerra fue perseguido por sus ideas. Su hermano lo escondió entre dos tabiques de su casa y allí pasó treinta largos años. Cuando pudo salir, siendo ya los últimos años del régimen, vio que su acusador se había casado con su prometida de antaño. Ésta, dándole por muerto había rehecho su vida al lado de su mayor enemigo. Su hermano cuenta que estuvo tres meses sin hablar y que la esperanza mantenida durante tanto tiempo en aquel zulo se había difuminado en un santiamén al salir y ser cegado por tanta realidad.
(el Kartero)
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