El monje cubierto de serrín, acompañado de un candil en pleno siglo XXI, purga su crisis de fé con las putas de Santiago. Solo quien administra la dote del convento se permite estas licencias, el resto, masturbación, lectura y gregoriano. Pero hay fiesta hoy y se celebra con más carne en el puchero y vino que riega la otra carne tumefacta. No hay estigmas que sorprendan al viajero, que en cerrada noche juguetea con el turno de las luciérnagas en el prado sin rocío todavía.
(Vadecráneo)
1 comentario:
Excelente debut, bienvenido!
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