sábado, febrero 11, 2006

La mujer y el Violón del Cielo

Siempre he pensado que no pude ser casual tocar un violonchelo. La forma de abrazarlo, de sentirlo entre los muslos, de apoyar la cara casi en el mástil y de mover con suavidad el arco que ha de arrancarle los sonidos me parece que ha de crear una relación entre la chelista y el instrumento casi mística. Y qué se dirán, qué se dirán con ese pizzicato.

(El Kartero)

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