
Laura no distaba del cielo más que del suelo. Apenas hubiera bastado una sencilla y leve excusa para desplomarse y abrazar para siempre la tierra. Pero esa condición no llegaba y su cuerpo, lenta e irremediablemente se iba adaptando a ese nuevo medio que suponía su disyuntiva existencial. Aún hoy la recuerdo alargando las manos, intentando permanecer agarrada a las últimas rocas. Mientras su cuerpo ya nadaba, en ese mar que es la soledad.
(Pieza: Julio Nieto - hiperbreve: El Kartero)
No hay comentarios:
Publicar un comentario