Todo lo que sabe la oruga es que jamás ha visto a ninguna adulta. Presiente que desaparecerá en días. Luego, de crisálida, y cuando ya piensa que nada puede ser peor, que mayor sufrimiento no existe, encuentra la libertad en forma de alas. Y apabullada por tanta belleza pierde cualquier interés en avisar a las otras orugas, que por los tiempos de los tiempos siguen sufriendo tan cruel infancia.
(el Kartero)
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