sábado, mayo 27, 2006

Náufragos

Agazapados tras las nuevas vallas que aportan la tranquilidad al otro lado. Al raso en las playas, ocultos tras colinas para no se deportados por las patrullas a las que ahora les pagamos. Huyen del hambre de nuestros excesos, de las armas con nuestros sellos, de las enfermedades que no tenemos, de sus presentes que son nuestros pasados. Hartos de esperar por nuestras campañas solidarias, de nuestros apadrinamientos, de los pocos que de aquí van creyéndose fuerza viva. Los desnaturalizamos hace más de medio siglo con nuestros adelantos, jugamos a ser Dios con un continente que tiene su ritmo, cómo todos. Amparamos sus gobiernos, exiliamos a sus gobernantes. Somos sus islas. El lugar más cercano a donde intentar llegar cuando el naufragio africano se hace evidente. Y aún así se levantan voces que temen la invasión, que hablan de territorio limitado, que les asustan las nuevas enfermedades y que hasta les agobia pensar que las calles se tiñan de negro. Cuanto despropósito. Si supieran de nuestras miserias igual aceptaban morir en su tierra, lejos de contagiarse de esa nueva enfermedad que nos pudre a este lado del Atlántico.

(el Kartero)

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