El olor a jazmín es un recurso muy socorrido por los poetas. A veces resulta inimaginable una literaria mañana dulce y fresca sin dicho aroma. Pero a qué demonios huele el jazmín. Por qué tantas referencias a él. Supongo que hay que ser poeta para entenderlo. Tener ese punto de tarado que hace que hasta el estiércol, con la necesaria sugestión, huela a flores. ¿Y el azahar? Creo que la próxima vez que visite una gran superficie robaré un libro de botánica. No quiero que el amor toque a mi puerta con besos que sólo sepan a labios y caricias que sólo huelan a piel.
(El Kartero)
No hay comentarios:
Publicar un comentario