martes, julio 04, 2006

Sobrevivir a una guerra

Me quedé sorprendido, hace unos días, escuchando las palabras de un excombatiente argentino de la guerra de las Malvinas. Cuando el periodista le preguntó si había matado a alguien y qué se sentía, éste respondió que en todos los combates disparaban sin mirar si se alcanzaba o no a alguien. Eso me hizo recordar las palabras de mi abuelo cuando yo era chico y le preguntaba insistentemente por lo mismo. En su momento me respondió con una frase idéntica. Me di cuenta, ahora, que posiblemente cuando terminan las guerras los muertos se quedan en ellas. También me acordé de otro amigo de mi abuelo al que le había tocado estar en un pelotón de fusilamiento. Contaba que siempre apuntaba a otro lado y que un día sus otros cuatro compañeros hicieron lo mismo y el reo, un cura de Oviedo, se desmayó del susto. A partir de entonces de los cinco fusiles que componían el pelotón, solo dos iban cargados con balas reales, al fin de que nadie supiera quien dispararía la fatídica bala. Aún así el dice que seguía apuntando a otro lado. Cuando la guerra llegaba a su fin lo destinaron a un puesto de administración pues escaseaban los que supieran leer y escribir. Pasó un año transcribiendo las sentencias de muerte. Y eso lo marcó más que errar los tiros.

(el Kartero, Lunes 3 de Julio)

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