lunes, octubre 10, 2005

Ese sentido llamado tacto

Lejos de lo que pareciera dormí toda la noche de un tirón. El ruido de un camión que traía fruta al mercado me despertó a las ocho. Con una inmensa calma me duché y me vestí, era una calma influenciada por la sensación de haber encontrado lo que siempre busqué, y ahora estaba allí, disfrutando de todo lo que hacía para ir a buscarla.
Mi hotel estaba en el otro extremo de la plaza. Debía recorrer apenas doscientos metros hasta el suyo y los empecé a caminar respirando todo el aire de aquella magnífica mañana. En ese momento sentía, por primera vez en muchos años, el suelo bajo mis pies. Pero no un suelo cualquiera, aquel me impulsaba hacia arriba en cada paso que daba.
A medio recorrido la vi bajar las escalinatas de su hotel. Tras ella iba un botones con lo que parecía ser su equipaje. Aligeré mi paso. Vi como entraba en un taxi. Empecé a correr. Ahora sólo notaba mi respiración y una agonía que cada vez me pesaba más. Cuando llegué hasta ella el taxi ya iba a arrancar. Bajó la ventanilla. Lloraba. Le cogí su mano. Me dijo que lo sentía. Que lo sentía en el alma pero que debía marcharse. Arrancó. Y fui soltando su mano suavemente. Y era una piel tan delicada.
Marta acababa de irse y yo aun estaba explicándomela. Aún hoy no comprendo porqué se fue tan pobre dejándome a mi tan rico.

(el Kartero)

2 comentarios:

alejandrosl dijo...

Oooh! que decepción! (por el contenido en sí digo, no por como está escrito, impecable)

Anónimo dijo...

No todo es sexo, que diría...