martes, octubre 11, 2005

Tan iguales

Apenas hay que fijarse un poco en las personas para darse cuenta de lo que se les escapa pos sus ojos aunque no digan nada .
El caso que me ha llevado a escribir esto es el de una persona que me he encontrado en el metro. Cómo cada mañana lo he cogido y aunque siempre acostumbro a ir de pie hoy me he sentado en uno de esos asientos que enfrentan a cuatro personas. Me llamó profundamente la atención el título del libro del muchacho que tenía delante de mí. Leía La insoportable levedad del Ser, de Milan Kundera, un libro que yo había leído hacía casi quince años. Cuando yo debía tener los mismos que él ahora. En ese momento me recordé a mi mismo y mis inquietudes del momento e hice un ejercicio mental trasladándolas a aquel joven. De pronto sonreí, él me miró con cara de extrañado sin imaginarse si quiera que mi sonrisa se debía a la tranquilidad que me había dado el comprobar que la vida no ha cambiado tanto y que las personas somos todas igual de especiales que lo hemos sido nosotros para nosotros mismos. Posiblemente si se lo dijera al joven no lo entendería porque creo que está en ese momento de la vida donde te notas tan diferente que te aferras incluso a un libro para establecer tu perímetro de identidad única.

(Rayo, el mulo)

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