-No, cógelo tú.
-Es igual. De verdad.
-No, en serio. Sólo estaba ojeando.
-Pues hacemos una cosa. Me das tu dirección y cuando lo lea te lo envío.
-¿Y un email? ¿Te vale un email?
-Me vale.
Básicamente esa fue la conversación, pero cómo todas las historias que no son casuales tienen una pasado bien definido y un futuro bien incierto.
El pasado sucedió cinco minutos antes cuando, mientras buscaba libros entre una columna con más de treinta títulos apilados, alcé la cabeza y la vi entrar. Melena corta, cara joven, alta y delgada, una falda larga de color verde y un fino suéter que dejaba ver sus hombros. Del cuello y hacia un lado se le perdía un gran tatuaje verde y rojo que se adentraba en su espalda. Se dirigió directamente a la sección de poesía, su cara angelical y sus gustos literarios no hicieron más que avivar mi curiosidad.
El futuro, que aún no ha sucedido, se ha visto reactivado al entrar en un bar:
-¿Qué le pongo?
-Hola.
-Vaya, que casualidad.
-Si.
(el Kartero)
No hay comentarios:
Publicar un comentario