Desde el extremo de la mesa, donde apuraba la última tostada, sentí un escalofrío cuando aquella ráfaga cerró la puerta y tras ella, un almanaque envolvía el día de hoy en un círculo rojo. Después de ese circulo todos los demás días se habían borrado. No aparecían. Nunca me lo había imaginado así. Sin prisas seguí saboreando aquella tostada. Luego, no falto de temor, me levanté y abrí la puerta.
(el Kartero)
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