lunes, febrero 20, 2006

El viaje de la equilibrista

Desde pequeña se había subido diariamente a aquel cable con la única finalidad de llegar al otro lado. Había mamado el equilibrio de su madre, una afamada equilibrista polaca casada con un apuesto alemán, trapecista en un pasado y hoy postrado en una silla de ruedas fruto de un momento de lucidez en el aire. La joven sabía por tanto que no debía pensar jamás. Sólo llegar. Supongo que fue por eso que cuando cerraron el circo y salió a la calle, enmudeció y no ha vuelto a hablar. Darse cuenta de que fuera no estaba bien definido donde llegar y que el equilibrio no siempre impediría su caída era algo que no podía asumir. Pero la red, ver que tampoco había red fue al final lo que la hizo caer.

(Rayo, el mulo, a la equilibrista)

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