No se si tenía algún otro nombre. Todos lo teníamos aunque luego se nos llamara de otra manera. El caso de Teófilo tenía lo mismo de peculiar que su nombre. Siempre nos decía que se llamaba como un emperador de Bizancio y nosotros nos reíamos diciéndole que ese país no venía en los mapas. Resumiendo, el caso es que el otro día lo encontré en el metro. Treinta años después y casi veinticinco desde que siempre lo quise encontrar para decirle que sí, que su nombre era el de un emperador Bizantino. Ahora no tiene importancia. Teófilo se llama Bélgica y sus grandes pechos no dejan margen a la duda, su nombre si que viene en los libros.
(el Kartero)
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